` abril 2013 ~ Proyecto Nihon

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viernes, 12 de abril de 2013

[Impresiones] Saint Seiya Omega segunda temporada: el regreso de los caballeros


El pasado fin de semana se estrenó el primer capítulo de la segunda temporada de Saint Seiya Omega, aunque quizás sea más prudente decir “segundo arco”, ya que además de estar enumerado como el episodio 52, se emitió inmediatamente después de la pelea final contra Apsu. A lo largo de tantos episodios, los aficionados al anime en general y en especial a Saint Seiya nos hemos dividido, y ya es conocida la postura que tenemos aquí, pues no se puede evaluar y comparar ambas series por un grupo de factores determinantes. Sin embargo, sí podemos decir que no es una buena serie, no llega a ser del todo mala pues posee algunos valores, escasos, pero los tiene. Es más una serie irregular, controvertida y añadiría que estuvo hecha sobre la marcha y fue algo perezosa, edulcorada y “light”. Con todo esto, tuvo luz verde para continuar, eso sí con cambios en el staff que nos traen a este punto, uno que merece algunas líneas.


Omega segundo arco, o saga de Pallas, es con solo un episodio emitido superior a todo lo visto previamente. Parece que el staff se esmeró en cubrir ciertas demandas del público nostálgico, ojo que nos referimos al público japonés que es casi el único target real – podríamos mencionar a los brasileros y franceses también en cuanto a la saga clásica – y se embebió de más lugares comunes de Saint Seiya. Con el cambio de Umakoshi en la dirección parece que se ha dado un giro hacia la animación clásica y “shonen”. Umakoshi era perfecto para hacer a este ambicioso proyecto un segundo Casshern Sins – lo cual hubiera sido en extremo formidable –, pero no ocurrió, sus diseños estilizados y ambientes oscuros no encontraron lugar en una serie descuidada y mal planteada, que se expandió y tomo decisiones riesgosas. Pero no hablemos de lo que pudo haber sido la serie, sino de lo que es ahora y de cómo se proyecta.



Esta nueva saga trae de vuelta a personajes griegos – aunque Toei se sigue tomando licencias para interpretarlos –, el concepto de guerra santa, ejércitos, armaduras más sólidas y clases. Todo lo criticado en la 1ra. parte se ha tratado de corregir, o al menos se ha cambiado. En Saint Seiya la evolución de las armaduras siempre ha sido obligatoria, pues muestra que el cambio de los jóvenes santos siempre se ve obligado a seguir adelante, en todo un drama épico con implicancias globales. La premisa plantea el advenimiento de la diosa Pallas, hermana de Atena, a la cuál se encuentra atada por un vínculo profundo. Seiya, el caballero de sagitario, debe eliminarla, pero al ver que ha reencarnado en una niña tiene dudas y decide no hacerlo. Al punto, Titán uno de los cuatro guerreros de Pallas (palasianos), de rango 1 (equivalente a los jueces del infierno o los santos dorados, la élite de su ejército), confronta a Seiya y se lleva a la diosa niña, advirtiendo que una nueva guerra empezará. ¿Lo ven? Este inicio es decisivo para entender cómo debía llevarse un nuevo proyecto de Saint Seiya.



Continuando con la acción, Koga se topa con la existencia de los santos de acero, guerreros tecnológicos de la fundación Gallard que suplen la escasez de santos regulares luego de la batalla contra Mars. Aquí, con la introducción de Subaru, el nuevo santo con personalidad “old school”, Toei muestra que no da su brazo a torcer con sus viejas ideas. Aún es pronto para evaluar lo útil de la participación de este grupo, pero ya se ha dado algún guiño sobre el vínculo de Subaru, Eden y Titán (nótese el anormal brillo purpúreo en un ojo relacionado a Pallas). Este encuentro se ve interrumpido por un palasiano de 3er nivel, quien para placer del televidente porta una armadura “cronotech”, que sí luce como armadura. Intenta enfrentarse a Koga que aún se lamenta por lo ocurrido en la pasada guerra, la sangre derramada y su armadura hecha pedazos, pero Subaru asume primero la batalla. Luego de unos momentos de “sparring” se evidencia que una armadura científica no es rival para corazas protegidas por dioses. Por tanto, Koga se arma de valor, y a fuerza de cosmos, su armadura destrozada se transforma en una nueva, con la cual vence al enemigo de turno. Mención aparte va para el método de escape de los palasianos que son teletransportados antes de que las cosas se pongan peligrosas. Esto recuerda en cierto modo a la protección que Hades otorgaba a sus guerreros en el spin off Lost Canvas.



La narración es correcta, se avanza más rápido, se mejora la banda sonora, que pese a ser responsabilidad del mismo compositor, mejora levemente, sin ser aún adecuada para la serie. En otro punto, tenemos a Kiki de aries, que se ve enfrentado a un palasiano de 2do. nivel, al cual hace huir luego de una breve explicación. Esta secuencia es formidable, y aunque tiene mucho de cuestionable por las incongruencias que se dicen trajo de vuelta lo mejor de una guerra, la confrontación con el nuevo enemigo; algo que pudimos ver en la saga de Hades capítulo del santuario. Kiki se lamenta por las pérdidas durante la batalla contra Mars y lo hace al lado de su alumna Raki frente a las clothstones doradas de los caballeros caídos. Esto se hace cuestionable porque muchos de esos dorados no merecían siquiera tal favor, pero lo que se quiere mostrar es lo cruenta que fue la guerra. Cuando Aries es confrontado por el palasiano, vemos que el lemuriano no sólo es un personaje carismático, sino que es un digno heredero del legado de Shion y Mu – personalmente lo veo más como Shion, que como el elegante e impasivo Mu. Kiki explica al enemigo que está equivocado si piensa que eliminando al reparador de armaduras puede voltear la guerra e introduce el concepto de reparación por cosmos. Luego de eso, al momento en el que Koga logra la evolución de su armadura, el ariano lanza – para delirio de los fans – su Starlight Extinction para eliminar a su oponente. Sin embargo, éste, aterrado se teleporta para salvar la vida. Simplemente orgásmico, después de todo, todos aman a Kiki.



Sobre esto hay un debate, uno que hasta cuestiona el hecho de que sea necesario derramar sangre para revivir armaduras o usar polvo de estrellas. Han tildado de estafadores a los reparadores y hasta llamado tonto (i)nútil a Shiryu por donar sangre – pese a que tiene cantidades industriales para regalar. Omega y el anime contemporáneo tienen la tara de la autocensura, y al ser esta serie emitida en un horario infantil la carencia de sangre se explica en parte. Otra posible explicación es que se introduce este concepto para reforzar el camino predestinado de cada santo, realzar su figura frente a la adversidad, pues en el siguiente episodio probablemente Souma despierte su nueva armadura. No obstante, la confirmación oficial la tendremos en el episodio en el que Yuna acude a Kiki para reparar su cloth. Otra de las explicaciones interesantes de este fenómeno por parte de los fans, es que durante la primera batalla contra Marte, las armaduras recibieron la radiación de la luz/cosmos de Atena y por eso cambiaron; haciendo un símil con las armaduras divinas en Elyseos que hechas polvo, por voluntad de los bronceados legendarios evolucionaron desde cero y sin intervención de algún reparador. Claro, tenían sangre de Atena.



Esta guerra pinta bien, muy bien de hecho, pero recordemos que el 1er episodio de Omega no era del todo malo, hasta transmitía cierta nostalgia. Simplemente queda esperar, pues este arco trae de vuelta conceptos del clásico, una mejor animación, un diseño más robusto, armaduras que lucen como tal – pese a que tienen muchas más gemas –, a los legendarios – Shiryu entrenará a Ryuho de nuevo –, a los dorados como parte del frente de ataque, a dioses griegos, a personajes imponentes, a vieja trama, pero también a un inexplicable santo/ninja como cantante de rock… Sí, según los spoilers oficiales Haruto luego de la guerra se ha convertido en el vocalista de una banda de rock. No pude evitar recordar al vampiro Lestat de la saga vampírica de Anne Rice al leer eso. Hasta Seiya salió alguna vez con una guitarra acústica en el clásico, pero esto es ir demasiado lejos. Tenemos que esperar cuál es la explicación. Saint Seiya Omega, se merece una oportunidad, al menos con este episodio, luego ya no nos hacemos responsables. A fin de cuentas, sobre gustos se ha escrito mucho, y hay gente que la odia, otros que la aman y otros que simplemente la tomamos como un producto más a evaluar y reseñar.